
Gardenia Verchiel. Creo en los milagros disfrazados de rutina. En el poder de una palabra bien colocada, de una pregunta que desarma, de un silencio que incomoda lo justo. Mi vida —y este sitio— se rigen por una certeza rebelde: lo ordinario está lleno de maravillas esperando ser narradas. Solo hay que mirar con otros ojos... o con la pluma adecuada.
No creo en la perfección, pero sí en la autenticidad que late detrás de cada intento. Escribo para no olvidar quién soy, pero también para recordar que puedo ser muchas versiones de mí misma.
Este espacio no pretende tener respuestas universales, al contrario: es un laboratorio de dudas fértiles, una tierra rica para hacer brotar el pensamiento incómodo, la emoción sin filtro y la belleza que se escapa de los moldes.
Aquí se viene a conversar con espectros, abrazar el caos y reírse de las sombras. A encontrar orden en las listas de pendientes y poesía en el zumbido de la cafetera. Este sitio es mi habitación propia digital: un refugio creativo donde cada entrada, poema o ensayo es un espejo —a veces nítido, a veces roto—. Quiero que quien llegue aquí se sienta invitado a mirar con nuevos lentes, a cuestionarse lo que daba por sentado, a saborear el arte de habitar el presente sin miedo al desorden, al llanto o a la risa desbordada
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